Hay muchísimos escaladores buenos, fuertes y que hacen cosas
increíbles con los que alucino cada vez que les veo escalar, pero con Nacho
Sánchez ya es una cosa que se va de madre. Desde hace ya mucho tiempo y sin
apenas saber quien era le vi en el Salamandra Boulder Café de Madrid. Bajo por
la escalera callado como pocos, con la cabeza baja para no llamar la atención,
un tipo menudo de cuerpo pero con unos brazos extraordinariamente largos y
adaptados a la escalada. Sin mediar muchas palabras se puso a calentar en el
campus haciendo cosas que no había visto jamás. Con una facilidad que hacía
difícil mirar a otro lado… No solo eso. Una vez entrado en materia se puso a
hacer pasos inverosímiles en el desplome. Movimientos que los que llevábamos
entrenando ahí mucho tiempo jamás hubiéramos imaginado posibles. Y tal cual
llego, hizo su entrenamiento de manera lúdica con amigos, siempre sin hacer
mucho ruido para no llamar la atención, se fue de la misma manera. Subió las
escaleras y fin de la sesión. No vino a dar lecciones. Solo a hacer lo que está acostumbrado y al resto nos queda a años luz.
Nacho, un servidor y Gelu. Otro escalador que habrá que hablar de el y la huella que deja. |
Unos meses más tarde y gracias a la Tesis de Eva López que
reunió a lo “mejorcito de cada casa” ya pude empezar a conocerle más de cerca y
hasta hoy.
Siendo Nacho uno de los que considero de esos “grandes
amigos” y de los que uno debería estar más que acostumbrado a verle hacer esas
barbaridades. Aún no deja de sorprenderme. No solo es la fuerza con la que
escala y como se transforma una vez que se pone delante de su proyecto. Son
esas maneras que tiene de intentar no hacerse notar. El, lo único que quiere es
escalar y no por ser bueno, solo porque sin escalar no sabe que hacer. O como
el dice -no sabría vivir-.
Un escalador que podría haber intentado desde el principio
echarle morro e intentar vivir de la escalada pero con la cabeza suficientemente bien amueblada para saber que lo primordial era terminar sus estudios de
ingeniería por lo que pueda pasar. Un escalador que tiene su punto flaco en las
competiciones y por ello no para de competir. Un escalador que tiene una fuerza
de otra esfera y en lugar de seguir explotándola pensó que debía hacer hincapié
en la flex y consiguió que sus rodillas giraran en ángulos que cualquier
osteópata te dirían que no son posibles. Pero sobre todo un escalador que puede
parecer tímido y distante pero lo único que intenta es pasar desapercibido. Aún
se pone nervioso cuando prueba un bloque y todos nos quedamos callados
esperando ver alguna genialidad. Si falla se parte de risa y si acierta y
encadena no alardea.
En este gran vídeo, hecho por Ignasi Tarrazona para Boreal, podéis conocerle un poco más. Es difícil sacarle tanto de como es y el porque pero Ignasi lo ha conseguido.
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